Otro atardecer en ocaso de un día que no viví.
Uno más en este paisaje en precipicio,
solo para observar desde la altura de mi antiguo edilicio
las sombras de un camino sumido en un tibio reflejo.
Mis labios resecos, aromas sólo en recuerdo y
el sabor a miel que no puedo más que modelar en la mente.
Esta cornisa, que no ofrece limite a mi vuelo,
solo me invita a buscar aquello imposible, aquello desposeído.
Como ajeno a mi semblante, y siendo parte del extraño paisaje
veo mi cuerpo erguido, cabeza inclinada, y en el rostro
surgidas de esas piedras de cromáticos grises azulados,
dos tenues cristales que ruedan por mis mejillas.
Lejos baja el resplandor, ya no muestra luz en integridad
y las oscuridad encubre el dolor del golpe anunciado.
Detrás han quedado las lunas de un mundo soñado,
sólo impronta el abismo, que envuelve dos cristales sobre el asfalto.
Tuesday, March 17, 2015
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment